techno-hybris

Parece que no soy la única ciertamente obsessed con las lucecillas de neón y el ruido, el pitido, la mosca, que hace al encenderse. Era de esperar. Las referencias a la noche y sus abismos son comunes y, cómo no, no pretendí inventar nada al escribir Sombras cuarteadas de neón, sólo contar con forma de poema.
La reseña que hace un par de meses escribiera Txus García sobre el mismo en su blog me ha llevado a este otro, que dejo por aquí. Además, y como bonus track, nuevo vídeo de Totally Enormous Extintct Dinosaurs que acaba de lanzarse. No ha sacado disco todavía (será en junio cuando lo haga) y ya conocemos todas sus canciones -si queremos-. Nuevos tiempos.




techno-hybris, un poema de Álex Portero Ortigosa

Las luces de neón señalan el fin de los prejuicios,
solamente has de seguirlas, sin ropa, por las calles de esta ciudad desolada.
A Dorothy se le han quedado pequeños los chapines rojos,
le hacen daño, mucho daño,
su magia fue debilitándose mientras se deshojaban las lentejuelas,
y hace décadas que supo la verdad del mago,
aún así prefirió seguir creyendo en fuegos fatuos
y deseos de cartón piedra,

Seguir las luces de neón como auroras boreales
multicolores, confusas, artificiales, tentadoras, arbitrarias,
calculadamente ambiguas,
que tienden sus caminos por el aire,
que no pueden ser holladas,
que no permiten que nadie les ponga los pies encima.
Hay un orgullo intangible y furioso en el neón.
Un genio maravilloso y violento
que habita en el interior de los tubos de cristal.

Seguir las luces, desnudos,
consagrados al dios de la noche,
cantando canciones prohibidas,
bailando como bacantes demodé,
figuras art-noveau que rompen la tiranía del estatismo
y conquistan sus propias vidas.
Sus voces no están diseñadas,
Vuestras voces no están diseñadas,
Nuestras voces no están diseñadas,
podemos decir lo que queramos,
exigirlo a gritos histéricos
hasta donde el atrevimiento nos limite.
La noche será nuestro testigo.

Seamos cuerpos artificiales que florecen
e invirtamos los procesos naturales.
No siempre la biología atiende a razones,
ni hay que darle la razón como a los locos.
El sol, en este bello cabaret-infierno,
puede ser sustituido por la luz de las farolas,
maquillaje y cristal conformarán una fotosíntesis sacrílega y viciosa,
-pero valiente y sabia a su manera-.

Así, a modo de Ofelias flotando sobre el asfalto
de una ciudad que se inmola cada noche,
un ejército de flores raras despertará a la llamada de la luna,
caminará por las calles sobre tacones de acero,
exhibirá sexos móviles
gritando soflamas tecno-heroicas,
insultará con cada uno de sus gestos
a toda forma de vida carcomida por el tiempo y la quietud.

El espíritu de Dionisos tomará la forma del neón y sus colores,
se vestirá con una armadura de vinilo y cuero
para ultrajar al miedo e incendiar el silencio de los durmientes con carcajadas flamígeras.

Lobos de acero y queroseno,
danzarinas de cuarzo líquido,
duendes de keblar y fibra óptica,
sirenas cromadas especulares,
ángeles góticos tatuados,
faunos con pezuñas de tacón,
guerreros travestidos,
formas de vida antiguas conquistando el espacio,
honrando a Prometeo,
haciendo suyo lo que es suyo,
invocando la libertad de un modo salvaje y furioso,
rompiendo, reduciendo a burla y polvo
cualquier rastro de ironía revestida de costumbrismo.

Lo que duerme eternamente acaba por pudrirse
y el neón grita su mensaje desde los tejados,
Orfeo desciende
sobre todos los que hemos extraviado el camino mientras dormíamos,
y con su arpa de luces cegadoras y colores imposibles,
pretende sacarnos del Strophalos de Hécate en el que nos hemos internado,
¿seremos capaces de reconocer su seducción y aceptarla?
La liberación, desgraciadamente, también se elige,
y el humano, hijo de tradiciones y miedos infundados,
suele hacer más caso a trozos de madera policromada
que a su propio y rugiente corazón.

Álex Portero Ortigosa

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