resulta que....


Resulta que
Se me dio mal lo posible.
Lo impensable no era tan difícil.
Y la sangre tenía más que ver con el
arte que con la vida en sí.
Y luego la sangre era la vida, no el arte.
Desde lo alto no lo vi tan claro,
soy pequeño, miope y ágil,
si he de elegir prefiero
las distancias bajas, bien cortas
-no me gustan nada las largas-.
No sé de cosas básicas
que saben los demás,
me enredo en las palabras,
me pierdo en cosas mínimas,
en el brillo, en la sonrisa
que guiñan sus ojos.
Soy poeta, ¿qué puedo hacer?
Y no es nada fácil afirmarlo
en estas condiciones de aislamiento,
de castigo, de tortura en la palabra
que no quiere asomar la maldita patita:
soy poeta. Y ya, ya sé,
eso no es nada.

Demasiado ego.
Demasiadas ramas.

▼ Alicia G.

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